El Padre Miño. Biografía de un gran río abandonado.

Jose María Castroviejo.

Fotografía del río Miño, puente romano de Lugo. Foto Bene.

 

<Si el Ulla que tiene a lo largo de su maravilloso curso la alegre calma de los estados de gracia, es un río compostelano y francés, con la coquetería dieciochesca de los pazos con <<perrón>> que se miran en sus meandros, el Miño es feudal y romano. El más caudaloso de los ríos gallegos comienza a caminar entre desvelados vientos lucenses de la serranía de Meira, donde los abades benedictinos tenían enanos, con pequeño sitial y todo en el coro del Señor Prior. Entre montes híspidos y rocas que guardan tesoros, baja -serpiente breve y espumosa- a las tierras llanas, por Castro de Rey y las Gándaras, ancheando, hombreando desperezándose de los primeros fríos de su cuna hasta llegar a Lugo, la bien murada. Con cauce de ringorrango y hondos pozos para la duermevela de la gran trucha voraz, se romaniza bajo el arco rotundo de los puentes y la paralela vecindad de las rutas imperiales que llevan hasta el Tíber la suculenta lamprea, regalo del glotón romano de recio cuello y gesto quiritario. Aprende latín en convento jurídico y se rinde al encanto del templo de Diana y de las termas, para cristianizarse luego arrepentido bajo el báculo de san Froylán y los concilios. Va regando tierras centenas ente Monforte y Chantada bajo hermosísimas nubes, para ofrecerse rutilante desde el inolvidable paisaje accidentado de los codos de Belesar, hasta llegar a los Peares, donde el fiel Sil, que lo busca afanoso desde los asturianos Cuetos Albos, se le entrega con toda su agua y con el regalo de las arenas de oro que trae a hurtadillas desde Montefurado. Robustecido y condecorado de pámpanos y racimos llega báquico, munificente y perezoso como un viejo dios, a contarle a las fuentes de la romana Auria cosas de Lugo y de la montaña. Entre peñascos y cipreses clásicos, que hubiera placido pintar a Perugino, cuchichea con la noble tierra de Portugal por Castrelo y Ribadavia, lamentando ser frontera. Bajo terrazas ordenadas, de las  que la vid desborda, el Miño se refrena, se  extiende, sestea entre arenales, curioso por saber nuevas de la cosecha, y recuerda tiempos como un abuelo. El tiempo del buen ribeiro, loado en las cantigas del rey Sabio. Los tiempos en los que los soldados del Duque de Lancaster -el <Alencastre> gallego-, al rendir Ribadavia en las guerras de 1386 por la que el inglés hacía valer sus derechos al trono de Castilla, lo bebieran de tal modo que el ilustre Froissart, que acompañaba como cronista al duque, afirma <que en unos días no fueron hombres para nada>. Sir Pery, que entró a degüello en la alborotada y resistente judería de la villa, lo bebió también como lo bebieron en la francesada los soldados de Napoleón, que cuatro siglos después anduvieron momos y mulatos, tras el saqueo de la villa y de las pipas.

 

Fotografía del río Miño, seguramente en Francelos Ribadavia. Fotografía de Cacio.

 

El Miño recuerda...El Miño recuerda la áurea época del dorado Ribeiro. ¡ Aquel de los caldos soberbios antes de la filosera, cuando no había llegado la igualatoria cepa americana, y las vides lozanas ignoraban el riego del sulfato de cobre! Del siglo XV al XVIII vuela su fama por mesas de reyes y nobles, por paradores y hosterías, como vuelan Miño abajo las pipas del néctar para arribar a la puritana Inglaterra, a Portugal, a Flandes...Es la buena época que ya señala el padre Sarmiento al decir que <se hace respetar como grande de primera clase en las mesas de los reyes, príncipes y señores de todos los territorios> hasta que por enojos políticos es suprimida en 1779 la exportación. ¡Pompa y riqueza de los mostos desprendidos de las antiguas y nobles cepas gallegas!¿Qué dirían, <espuelas de Ribadavia>, hoy Cervantes, Tirso, Balvuena, Froissart, Mendoza o Molina? Fuisteis regalo de emperadores romanos y ornato de paladares en la Inglaterra shakesperiana de un Falstaff, Gengis Kan de perfiles y de cubas. Ibais en embalses, Miño abajo, o en carros hasta el puerto donde los galeones y bergantines os esperaban, impacientes por la carga. De Galicia vuelen al Rin cepas escogidas como madamas, mientras los <tostados> de Leiro acunan la infancia del Oporto. <Mais, oú sont les neiges d´antan...>.

Río Miño. El viejo puente romano. Fotografía Marqués de Sta. María del Villar.

Río Miño en Ourense. Foto Bene.

 

Ríos trucheros, frescos y con meandros de éxtasis, sobre los que tiembla la azul seda transparente de las libélulas, se vierten generosos en el padre Miño, para que éste llegue lozano a sus nupcias con la mar salada. Tienen nombre apacibles como Vilariño, el Montederramo y el Humano que traen agua caudal al padre, frente a Amandi, de donde partía puntualmente por las antiguas calzadas el vino grato a la mesa del emperador de la <aurea pax>. El Arnoya, el Arenteiro, el Avia tienen, como el Barbantiño, son de muiñeira, frutal sabor de vid en agraz, aire y reflejos de lagar y vendimia lograda. El Arenteiro desde Carballino de los excelsos yantares, articula, entre pámpanos y frutales, la montaña con el valle, con la precisa dulzura de una sonata. Aunque Cea -la del inmejorable pan- proteste, los dos ríos van repitiendo el cantar:

Si queres tratarme ben

dame vino de Ribeiro

pan e trigo de Ribadavia,

nenas do chan d´Amoeiro

 

El Tea le trae, por si el verano en Mondariz, Ponteareas y Salvatierra le cae pesado de calores, la frescura montañesa de los derrames del Faro de Avión y el Louro desde las tierras altas le acompaña en el paso final de Tuy, donde ya se nota la invitación al viaje de las mareas. Luego por el valle del Rosal, en despedida de verdes hermosísimos de luces con crisoberilos y de vinos espumantes, el padre Miño, empapado de vacas, peces, mostos, sauces y pinares, muere en el mar abierto de La Guardia, con un réquiem hermosísimo de altivas olas, orquestadas y desafiantes. El Tecla, oteador de incomparables horizontes, estremecido todavía por el recuerdo de los sacrificios lejanos, le dice adiós llorando>

 

       Artículo copiado del libro "Río Miño, el agua más fértil" Joaquín Araujo e José Luis Gutierrez.

Las fotografías del río Miño están sacadas del libro de José María Castroviejo "Galicia. Guía espiritual de una tierra" editado en 1960 por Espasa -Calpe S.A.; para nada figurar en el artículo, simplemente las pongo por curiosidad y teniendo en cuenta que figurar en un libro sensacional del mismo autor del artículo. Son fotografías anteriores a 1960.

Río Miño. Puente Internacional de Tuy. Fotografía Ksado.

Río Miño en La Guardia. Enfrente Caminha. Fotografía Antonio Ruíz.

 

Desembocadura del río Miño. Fotografía del Marqués de Sta. María del Villar.

salir.jpg (1925 bytes) Saír.