..."A partir de
los años sesenta, con la larga lucha respecto al embalse de
Castrelo, aumentaron las posibilidades de fortalecimiento del
movimiento campesino en la provincia de Ourense y muy
especialemente en toda la comaraca de O Ribeiro.
Todo comenzó a
raíz de la publicación, en los medios de comunicación, del
proyecto y del anuncio de expropiación para la construcción del
citado embalse, el cual anegaría las más fértiles y ricas
tierras para la producción vitivinícola y de huerta, causando
además un gran y trágico problema social al afectar a una parte
de las viviendas de los propietarios de dichas riberas.
Como este
proyecto, de ser llevado a cabo, también afectaría aquí a
Barbantes, que es mi querido pueblo y residencia, este fue un
gran motivo y pretexto para movilizarme y lograr movilizar a
casi toda la zona afectada por el mismo.
En una reunión
del PC, entre otros, se tomó el acuerdo de volcarse en la
defensa del mencionado valle. Una comisión compuesta por varias
personas entre las que estaba un servidor, José Arias Carballo,
y otros, se trasladó a Santa María de Castrelo, donde conectamos
con un maestro llamado D. Eloy Sobrino y con un industrial de
prestigio de la zona para que los vecinos no se dejaran engañar
por FENOSA y por ciertos caciques, como por ejemplo los
vinculados al sindicato vertical, la "Hermandad de Labradores y
Ganaderos" y ver si se lograba salvar de la anegación tan
importantes y productivas tierras.
Este valiente
pueblo comenzó unido las protestas ante las autoridades locales
y provinciales. Nombraron una amplia "comisión" de los
pueblos afectados por el embalse y esta fue la que expuso toda
la clase de problemas y perjuicios que causaría el proyecto. La
mayor parte de estas reuniones con FENOSA y con las autoridades
provinciales, que fueron muchas, se celebraban en la "Hermandad
de Labradores y Ganaderos" o en el Gobierno Civil de la
provincia. Yo, como afectado e interesado, aunque no formaba
parte de dicha "comisión", estuve presente en la mayor parte de
las mismas.
Por otra parte el
PC, además de oponerse enérgicamente a tal proyecto, ya fuera
por medio de la prensa o con protestas en la calle, se encargaba
de inundar toda la zona del embalse y el conjunto de la
provincia de panfletos, exponiendo toda clase de inconvenientes
y de perjuicios que causaría tal medida si se llevaba a cabo, y
a la vez, solidarizándose con una justa lucha con la cual se
abría un frente más en contra del franquismo.
Este valiente e
inteligente forcejeo con FENOSA y el gobierno duró bastante
tiempo y aunque al final no prosperó, debido a loa obcecadas
intenciones de los grandes promotores del caso, sirvió como una
estupenda experiencia para luego comenzar otra gran lucha, que
duró siete años en defensa, de una valoración justa del metro
cuadrado de tierra y de las viviendas afectadas por las
expropiaciones, con lo que se logró que fuera considerado como
un problema social relevante.
Debo de aclarar
también que si lograron llevar a cabo tal proyecto fue debido a
que en el lugar donde emplazaron los murallones de la presa, la
mayor parte del terreno correspondía al Sr. Armada, un alto
mando del ejército, el cual le pagaron todos los millones
de pesetas que quiso, y entonces no hubo más remedio que
transigir.
FENOSA comenzó
rápidamente las obras de la presa en los terrenos comprados al
Sr. Aemada y en algunos más. Luego quiso comprar más tierras,
todo a lo largo del Miño, en las zonas afectadas. Comenzo
pagando las tierras, al que quiso vendérselas, a quince pesetas
el metro cuadrado. Con estos irrisorios precios cundió el pánico
entre la mayor parte de los propietarios de las mismas y se le
volvió a declarar la guerra, pero una guerra con todos los
derechos de defensa de sus intereses en la mano y sin violencia
de ningún tipo. Tanto yo como la dirección del PC en Ourense
estábamos en continuo contacto con aquellos hombres, puntales de
la "comisión" de vecinos para la movilización de aquellos
pueblos situados en la cabecera de la presa, los cuales fueron
un histórico baluarte para la obtención de otros precios que
reseñaré a continuación.
La empresa FENOSA
continuó su trabajo comprando las tierras conquistando a todos
aquellos propietarios más débiles y necesitados económicamente.
Como la mayor parte de los propietarios se mantenían firmes y
unidos, e incluso contaban ya con abogados contratados para su
defensa;y las protestas y manifestaciones arreciaban, al cabo de
dos años FENOSA cambió la téctica y comenzó a pagar el metro
cuadrado de tierra a treinta y cinco pesetas. Esta subida de
precios le sirvió a los compradores para arañar unas pocas
tierras más a alguno campesinos inquietos y desesperados, pero
no afectó al grueso de las fuerzas que había trazado
organizadamente la defensa para conseguir unos precios más
rentables y razonables.
Después delo
vivido por un servidor, aundo se llevaban unos cinco años de
lucha, la empresa ofrecía sesenta pesetas por metro cuadrado.
Tampoco a este precio nos rendimos los oponentes. Todo lo
contrario. Las reuniones se sucedian diariamente tanto en
Castrelo como en la capital.
El PC continuaba
aproyando a los campesinos, defensores de unas justas
reivindicaciones e inundando de octavillas toda la provincia
para denunciar, y airear también por medio de "Radio España
Independiente", un vergonzoso y serio problema que ya causaba
alarma y severas críticas en el extranjero.
José Arias con su bicicleta.
Cuantos viajes a Ventosela y Castrelo entre
otros...
Todos de noche para salvar la Guardia Civil y
la policía.
Esta fotografía no venía en este texto, sino
aparte.
Debo confesar que
me tocó una dura y arriesgada parte a trasladarme a cada momento
a Castrelo, unas veces en bicicleta y otras en autobuses; unas
veces para hablar con ellos y otras para el peligroso
lanzamiento de panfletos que no solamente mencionaban los
problemas del embalse, sino que también hacían referencia a la
campaña de el "Non pagar a Cuota Empresarial" y otros escabrosos
problemas que les quemaban a los dictadores.
Recorría quince o
veinte kilómetros en bicicleta por la noche, esparciendo
octavillas y con los coches alumbrándome por detrás. ¡Hubo
suerte!. Tanto la policía como la Guardia Civil andaban locos...
Entramos de lleno
en la tercera parte de la contienda, la cual resultó ser
bastante más dura y complicada. Cuando el gobierno comprendió
que el problema tomaba caracteres insospechados, envió a
Castrelo a varios técnicos y a un equipo de peritos para valorar
seriamente las tierras, las cuales fueon valoradas por estos
especialistas en cuatrocientas pesetas el metro cuadrado. Para
los propietarios de las tierras, fue un gran respiro y
satisfación, pero no lo fue asi para FENOSA, que continuó con la
misma tónica.
La
"comisión" de vecinos, con los propietarios al frente, asícomo
también los abogados con las actas notariales en la mano y en
los respectivos juzgados reclamendo unos precios más justos,
influyeron considerablemente en que el gobierno de Franco tomara
cartas en el caso.
La
empresa estableció un precio de sesenta pesetas por metro
cuadrado y los afectados el de cuatrocientas que habian estimado
los peritos enviados por el gobierno. La lucha continuaba y cada
vez con más dureza. Como los trabajos en la presa y en sus
instalaciones y tocaban a su fin, se sabía que la empresa quería
cerrar el asunto al precio que fuera para procedes a la represa
de las aguas.
La
Camara Oficial Sindical Agraria (COSA) de la provincia estaba
compuesta por hombres de confianza de Franqueira (que en paz
descanse) y por cada transacción que se llevara adelante en la
compra de terrenos cobraba un veinte por ciento de comisión.
Por nuestra parte el asesoramiento a los campesinos afectados
consistía en llevar a cabo una manifestación pacífica ante el
Gobierno Civil de la capital para presionar a las autopridades
paraque intervinieran favorablemente hacia las justas
pretensiones de los afectados y, a la vez, conseguir que los
campesinos fueran perdiendo el miedo acumulado durante tantos
años de dictadura, para lograr una unión representativa y eficaz
en la zona para luego llevar adelante nuevas reivindicaciones,
labor que se estaba realizando y consiguiendo en la mayor parte
de las provincias y regiones españolas.
Sabíamos
que cualquier incidente o expresión de violencia serviría a las
autoridades como pretexto para comenzar la represión a grn
escala contra todos aquellos representantes y comisiones que
defendían audazmente los intereses de los afectados.
Como para
esta manifestación que estábamos organizando los panfletos
estaban ya confeccionados con la fecha y la explicación de todos
los motivos de la misma, en mi indeparable bicicleta los lleve a
la cabecera del embalse, donde me esperaba un compañero, que era
también uno de los afectados de la zona, para luego sembrar toda
la comarca de los mismos.
Cuando me
disponía a suministrarle aquellos con los que habría de cubrir
Castrelo y la otra parte del río Miño, me dijo que había tenido
un incidente con un abogado de los que defendían a los afectados
y que este le había dicho que le iba denunciar. Suspendimos la
tan importante labor que aquella misma noche íbamos a realizar,
y como es natural, el proyecto no se llevó a cabo.
Desgraciadamente
el temido incidente violento ocurrió a los pocos días, o bien
deliberadamente provocado o a causa de algún loco, que cometió
tan tremenda barbaridad, la de quemar los barracones que había
instalado provisionalmente la empresa constructora de la presa,
dedicados a viviendas y oficina.
La represión no se hizo
esperar. Lo primero que hicieron fue montar en Castrelo un
importante puesto de la Guardia Civil al mando de un teniente y
comenzar a detener a gente entre los afectados por el embalse,
para así implantar el terror y para que nadie se moviera. A unos
los maltrataron, otros fueron a la cárcel y otros fueron
procesados.
No obstante, la
gente no se amilanó y con más o menos fuerza, se continuó la
lucha, defendiendo las cuatrocientas pesetas en que habían
valorado los peritos enviados por Franco el metro cuadrado de
superficie expropiada.
Es cierto que la
situación no quedó exenta de graves enfrentamientos con las
fuerzas del orden recientemente instaladas allí. Con todos estos
peligros e inconvenientes, y para ayudarles y darles ánimos, fui
a Castrelo y les dije que si les parecía bien, fletaríamos en la
fecha que conviniésemos un ómnibus aqui en Barbantes (mi pueblo)
con todos los que quisieran desplazarse a Castrelo para
solidarizarse con ellos, los cuales lo merecían sobremanera por
ser la mayor fuerza y baluarte en contra del precio que quería
imponerla la empresa al pago de las expropiaciones de las
tierras afectadas. Asi fue. Contraté un autobús y un domingo
allá nos fuimos con el mismo cargado de gente y con una gran
pancarta, colocada en la cima del mismo, donde con grandes
letras se decía: "Barbantes se solidariza con Castrelo", en su
lucha en defensa de los conocidos intereses de todos los
afectados.
Sin problemas,
llegamos al lugar citado, donde se produjo una algarabía y una
gran fiesta llena de entusiasmo, de ánimo y de alegría entre la
multitud de personas concentradas para recibirnos; se nos invitó
a todos con la mayor delicadeza y atención que podían y sabían
en tan espléndido y emocionante momento. Una parte de los
componentes de la "comisión" que aún no habían sido
represaliados, despues de agradecer tan apoteósico gesto, nos
pidió la pancarta como recuerdo de tan brillante y solemne acto,
y como si fuera el mayor trofeo posible.
Por todo lo dicho
y ocurrido, tal como se produjeron los hechos paso a paso en
cada momento y sin ningún tipo de violencia, las consecuencias
de tan deslumbrante homenaje no se hicieron esperar.
Informadas las primeras
autoridades de la provincia de lo ocurrido, al día siguiente,
lunes, me llega a casa una pareja de la Guardia Civil del puesto
de A Barca de Barbantes (Barbantes-Estación) pidiendo unos datos
que yo no tenía porque ocultar, por ser evidentes. Uno de los
guardias, que fue siempre un retrógado lobo falangista, medio
trató de intimidarme, pero los despaché de acuerdo a su
comportamiento...
Por lo visto, según
ellos, antes del desplazamiento llevado a cabo, había que
solicitar la correspondiente autorización gubernativa. En esta
ocasión, las aguas del cauce no se desbordaron, pero si más
tarde, con la progresiva complicación de unos y otros
acontecimientos que tuvieron lugar en la misma zona.
Para cerrar el tan
renombrado caso del embalse de Castrelo de Miño, lucha ejemplar
en plena dictadura, debo manifestar no solamente mi amargura,
sino también la de todos los ribereños afectados, por no haber
logrado todas sus aspiraciones debido a ciertos actores
traidores, protagonistas que actuaban a su malévola manera en la
sombra, y que luego surgieron con un plan que solamente sirvió
para convencer a una parte de los afectados, lo cual mermó
considerablemente aquella unión, aquel movimiento de masas y
aquella fuerza organizada, la cual sería el motor principal, en
toda España, para hacer retroceder y perder fuerza a una
dictadura culpable de todos los males.
Con todo lo dicho en el
párrafo anterior tampoco es que la lucha terminara. Los llamados
"traidores" fueron los dirigentes de la "Hermandad de Labradores
y Ganaderos" (sindicato vertical) mangoneado por hobres que en
la actualidad aúncontrolan las Cámaras Agrarias provinciales,
aunque muchos ya se han jubilado, así como otros que llegaron a
denominarse los "hombres del campo", con altos cargos políticos
e industriales.
FENOSA, terminada la
construcción de la presa, quería cerrarla y ya no le importaba
pagar algo más o menos de las cuatrocientas pesetas el metro
cuadrado. Pero los llamados "traidores" de los afectados
presentaron una propuesta de precios, ciento cincuenta pesetas
el metro cuadrado en la zona del embalse, es decir en Castrelo y
ciento treinta pesetas el metro cuadrado en las demás zonas de
arriba.
Como se puede
apreciar, la diferencia en el precio de las tierras iba de
sesenta pesetas el metro cuadrado a ciento cincuenta pesetas el
metro cuadrado en Castrelo, y de sesenta pesetas el metro
cuadrado a ciento treinta pesetas el metro cuadrado en las demás
zonas. Muchos afectados, necesitados económicamente y cansados
despues de siete años de intranquilidades y sacrificios,
sucumbieron ante tan descarado y vergonzoso plan.
Los que no
sucumbimos a dicho ultraje, por medio de algunas acciones
coordinadas, así como también públicamente mediante la defensa
de los abogados, que presentaban las actas notariales de las
tierras, continuamos como buenamente se pudo la pelea.
De todos
modos, no quisiera terminar tan importante episodio sin
homenajear el gesto del simpático pueblo campesino e industrial
de Castrelo y a sus afables y trabajadoras gentes, vecinos de
dispersados barrios que constituyen tan importante, histórico y
renombrado pueblo. No solamente por la unidad que supieron
demostrar en contra de unas fuerzas tan poderosas como lo eran
las de una impasible y brutal dictadura que solamente se ocupaba
de atender y complacer a todos aquellos que, su espléndida ayuda
económica, moral y física, le habían dado su ser. Me refiero a
la banca, los grandes empresarios, la iglesia y otros. También
quieron homenajearlo por los dramáticos y horripilantes
acontecimientos sucedidos en 1936 en el gran puente que con su
vieja y alta estructura une a los pueblos de Castrelo de MIño y
los estupendos pueblos de Santa Cristina y San Paio (Ribadavia).
Debo hecar
constar que todos aquellos horrores pasaron a la historia, asi
como los tristes recuerdos que aun perdurarán en muchísimas
familias despues de tantos años, que también y aunque resulten
serios e indelebles se iban borrando poco a poco y esperemos que
la historia sea (que suele ser) tolerante y comprensiva para
perdonar cierta clase de debilidades.
Es cierto que en
Castrelo había también una parte de falangistas, no creo que lo
fueran por ideales o convincción alguna, no obstante, como otros
vecinos afectados, se prestaron valientemente a dar la batalla
por sus propios intereses, y en contra de una dictadura a la que
habían apoyado en un principio, pero cuyas consecuencias en
aquellos momentos estaban sufriendo, con tales medidas, en sus
mismas carnes.
Cuando las aguas
del Río Miño y de todos sus afluyentes, corrieron sin
contemplaciones, fue triste ver las caras pálidas, llorar a las
mujeres y conmoverse a los hombres, al ver que las aguas del
embalse crecían hora a hora, día a día, milímetro a milímetro.
Se han inundado las casas que habían sido sus queridos hogares y
la herencia de todos sus antepasados. Aquellas fértiles y
productivas tierras de oro, al ser abonadas todos los años por
las habituales crecidas y desbordamientos de los ríos,
resultaban ser un gran reguero de vino, millones de kilos de
uvas, lo cual era su principal sustento.
Mo era extraño ver
tanta inquietud hacia un incierto futuro, no ya solamente por la
pérdida de las anegadas tierras; sino también de todos sus
queridos recuerdos y bienes y al pensar que el poco dinero que
iban a percibir iba a resultar un macabro y escalofriante dilema
al no poder esperar de él garantía alguna en cualquier clase de
negocio o en modestas inversiones.
Estoy completamente
convencido de que la mayor parte de los vecinos de Castrelo, y
muy especialemente aquellos luchadores falangistas, no se dieron
cuenta ni tan siquiera de que también estaban unidos a ellos,
luchando por una misma causa que era justa, aquellos tan
cruelmente perseguidos, los llamados comunistas, personas que
desinteresadamente exponíamos la vida por el bien de todos los
ribereños afectados por el embalse. Digo desinteresadamente, por
ejemplo, el Dr. Peña Rey, el joven perito agrícola Carlos Barros
es en la actualidad historiador y fue brutalmente masacrado en
las dependencias del Gobierno Civil por la llamada Policía
Político Social, por querer organizar a los agricultores en un
sindicato para la defensa de sus justas reivindicaciones, Carlos
Núñez, industrial de Vigo y más tarde concejal perteneciente a
la comisión de transportes del ayuntamiento de aquella ciudad.
Debo declarar que casi todos estos hombres que lucharon
exponiendo su vida no tenían ni fincas ni intereses de ningún
tipo en el citado embalse de Castrelo. Entre otros luchadores se
encontraba También Emilio Villar Villar.
El cuarto y último
episodio de lucha derivado del embalse ya fue más débil y corto,
pero tampoco resultó mal porque se consiguió algún precio mayor
y además se logró cobrar por toda clase de obra e instalaciones,
así como también compensaciones por los árboles, cepas, postes,
alambradas y todo aquello que figuraba en las actas notariales
elaboradas por peritos y abogados que se habían comprometido en
la defensa de una buena parte de los afectados.
Debo de hacer constar
que algunos de estos abogados fueron tremendamente vigilados y
molestados por la policía al saber esta que en sus respectivos
despachos entrábamos en todo momento personas no de mucha
confianza para la misma, llegando incluso a insopecionarles toda
clase de máquinas rotativas y de fotocopiadoras para comprobar
si las grandes cantidades de panfletos distribuidos en toda la
comarca, la provincia y Galicia, habian sido confeccionadas en
las mismas.
Volviendo al movimiento
campesino de masas para aunar fuerzas y lograr un sindicato
unitario del campo para la defensa de todos los agricultores de
la región gallega, al final no fue posible."...
--o--
Nota: en este
mismo capítulo sigue José Arias escribiendo sobre que no fue
posible crear un sindicato unitario del campo, aun
aprovechando esta estructura que tan bien funcionó en
Castrelo.
Cuenta cómo no hubo forma de
ponerse de acuerdo con otras fuerzas como la UPG, por ejemplo, y
como al final se quedó con un sindicato "Sociedades agrarias",
que entre otras cosas actuó manteniendo a raya, por
ejemplo, al Consejo Regular del Ribeiro. Al final y ya
entrados en la década de 1970, lograron tener un
movimiento de masas las "Comisiones campesinas", en donde
estaban con un grupo de curas llamados "progresistas" y así
avanzar de esta forma...
--o--